Hay personas que parecen tener un pacto secreto con el sol. Son las que se iluminan apenas sus rayos tocan el día, las que sienten su calor como un abrazo constante, que esperan con ansia el amanecer y despiden cada puesta como si se tratara de un amigo que volverán a ver mañana.
Y os diré que el sol representa mucho más que el clima: es un recordatorio de la luz y la energía que llevamos dentro. Su amor por el sol me hace pensar en cómo, incluso en las noches más oscuras, el sol sigue estando ahí, en algún rincón del cielo, esperando para volver a aparecer. Y es que a veces, nosotros mismos podemos ser ese "sol" para alguien más, incluso en los días difíciles.
El sol nos enseña sobre ciclos, sobre comienzos y finales, sobre calidez y constancia, y ella me enseña que hay que vivir con esa misma pasión, buscando siempre nuestro propio brillo, sin miedo a mostrarnos al mundo.
Así como el sol ilumina el día, tú iluminas a quienes estamos cerca de ti. Y no hace falta ser un día perfecto para verte brillar, porque tú, como el sol, encuentras la manera de dar calor aun en los momentos fríos.
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