Refugio

A veces, todo se tambalea. Y cuando todo parece desmoronarse, buscamos, casi de manera instintiva, nuestro propio refugio. Y ese es el momento dónde podemos respirar, profundo. La calma dentro del caos. 

Pero os diré que ese refugio es más que una escapatoria. Nos devuelve a lo esencial, nos invita a detenernos y sentirnos seguros, aunque sea por un momento. Y es que a lo largo del tiempo, aprendemos que el refugio a veces es algo que llevamos dentro. Está en esos silencios que nos permitimos escuchar, en la paz que encontramos cuando cerramos los ojos y respiramos, recordándonos que a pesar de todo, seguimos aquí, luchando. Nos olvidamos de que podemos ser nuestro propio refugio, que el consuelo que tanto buscamos fuera puede estar en nosotros mismos.

Sin embargo, el refugio también es esa persona que, sin necesidad de palabras, sabe cuándo necesitamos su presencia. Que con una mirada o un gesto, nos recuerda que no estamos solos. Y eso es quizás lo más poderoso de todo: saber que, aunque el mundo afuera esté en ruinas, siempre podemos encontrar refugio.

Así que hoy, si te sientes perdido, si el ruido de la vida te abruma, date un momento para buscar tu refugio. Quizás lo encuentres en la sonrisa de alguien querido, en el susurro del viento, en las páginas de un libro o en el latido tranquilo de tu propio corazón. Y cuando lo encuentres, recuérdalo: siempre tendrás un lugar al que volver.

Porque todos necesitamos un refugio, y lo más importante es que, muchas veces, ya lo llevamos dentro.

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